Miedo a la observación en clase.

por Maribel González Martínez

(Esto es una de esas reflexiones que parecen tener sentido en un momento dado y después parecen perderlo. Vaya por delante que son unos apuntes e ideas sin elaboración y que esconden ideas que están por clarificar. Ahí las dejo por si a alguien le sirve de algo o le apetece comentarlas).

¿Por qué nos da tanto miedo que alguien entre en nuestra clase y vea qué hacemos en ella? Es la pregunta que ha vuelto ha surgir en los comentarios a la entrada anterior. A mí se me ocurren varias razones que quiero apuntar a ver si alguien que haya tenido la experiencia se anima a comentarlas o le apetece investigarlo.

En primer lugar, como siempre hago, describo cuál es mi experiencia en este aspecto para tener un punto de partida. Siempre creo que así se puede entender mejor el punto de vista desde el que surgen las reflexiones y se puede contrastar así con las ideas de otros profesores.

Mi experiencia:

En una ocasión tuve oportunidad de verme en el papel de observada, pero de eso hace mucho tiempo y no estaba metida en el proceso reflexivo propiamente dicho. Por tanto, no puedo decir que fuese una experiencia provechosa porque para ello habría requerido la existencia de unas pautas de observación como las planteadas por Guillermo Gómez en su blog.

En cuanto al papel del observadora también lo he ejercido en las prácticas del CAP pero tampoco obtuve mucha información interesante porque no entré a la clase con unas directrices a seguir. Así, teniendo en cuenta estos antecedentes y que en la actualidad tampoco cuento con la posibilidad de ponerlo en práctica, me atrevo a aventurar cuáles pueden ser las causas de este miedo a que nos observen.

Lo que creo:

En mi opinión, totalmente subjetiva -me curo en salud- y sin tener a mano ningún estudio, creo que las posibles causas de este comportamiento o miedo pueden estar originadas en nuestra experiencia educativa previa.

Nuestra educación está definida en términos de éxito o fracaso en relación al producto final, el examen. Durante años de asistencia a clase nuestro trabajo como alumnos es recoger apuntes, estudiarlos y volcarlos en un examen que será valorado en función de una nota numérica de 0 a 10. Si sacamos un 5 aprobamos el examen y triunfamos. Si sacamos menos de 5 suspendemos en el examen y fracasamos. No importa aquí el tiempo que hayamos dedicado a preparar el examen, ni las estrategias, ni las capacidades desarrolladas. (Esta idea sale de algunos apuntes que tengo y requiere desarrollo).

Esta valoración numérica del resultado final -es importante aquí la idea de evaluación del producto- ya no nos abandona y cuando nos proponen ser observados en clase, pensamos que nos van a calificar de 0 a 10. Es decir, van a evaluar el resultado y no el proceso o las capacidades que tengamos como docentes. Supongo que pensamos que se va evaluar nuestra actuación docente lo que afecta a nuestra imagen, autoconcepto y autoestima. No lo contemplamos como un herramienta para descubrir el planteamiento que hago de las clases y si puede ser mejorado. No podemos olvidarnos de que los alumnos también tienen que cumplir con su parte del contrato de enseñanza-aprendizaje.

Otra cuestión es a qué o quién le atribuimos ese fracaso o ese éxito (Teoría de la atribución). Por tanto, creo que el primer paso es averiguar cuáles son nuestras creencias al respecto con el fin de saber qué estamos transmitiendo realmente a nuestros alumnos. Hay que tener siempre presente la siguiente frase: «Los alumnos son mi espejo».

Dentro de este estado de cosas, solemos identificar el fracaso con el error que siempre ha estado penalizado en el sistema educativo. Lo que crea miedo a la equivocación y estrés en el alumno, estados físicos y afectivos que pueden llegar a bloquear el proceso de aprendizaje por crear un sentimiento de incapacidad. Además, el error siempre se ha contemplado como algo negativo que había que evitar a toda costa y no es fácil cambiar ese concepto, sobre todo si no sabes que forma parte de tu visión de las cosas.

En relación con esto, no recuerdo que los profesores vinieran a clase con los exámenes corregidos e intentasen hacer ver a los alumnos cuáles habían sido sus fallos y explicaran dónde se produción o cuales podían ser las causas. Después de repartir el examen sabías que habías aprobado o suspendido y que para la siguiente ocasión debías estudiar más o no; a veces te quedaba la duda. En resumen, no se presentaba el error como una oportunidad de mejora, ni como una forma de replantearse las cosas.  Sin embargo, la pregunta es: ¿El profesor que ha de aplicar este enfoque tolera la equivocación? ¿Qué piensa sobre esto?

En resumen, lo que quería dejar plasmado aquí es cómo influyen en nosotros, como profesores, los modelos educativos en los que nos han educado porque crean una serie de  e ideas de cómo ha de ser el funcionamiento de la clase o nuestro papel en ella que cuesta dejar atrás. Más si tenemos en cuenta que se trata de creencias profundas que no son fácilmente identificables y que chocan de plano con las nuevas corrientes y enfoques didácticos.

3 comentarios to “Miedo a la observación en clase.”

  1. Una de mis mejores experiencias educativas ha sido (y es) la docencia compartida: entrar dos profesores en las clases de 2º de ESO. Es algo que exige mayor disciplina de trabajo, obliga a reflexionar sobre los métodos y sobre los instrumentos de evaluación de los alumnos y del propio profesor. Y a los alumnos también les ha parecido buena idea.

  2. Antonio, me alegra saber que se ponen en práctica este tipo de experiencias y que son fructíferas para los profesores y para los alumnos. Viene a corroborar que cuanto más intercambio de opiones, enfoques y formas de ver las cosas se produce mejor funcionan las cosas. El trabajo en equipo suele ser muy fructífero y se aprenden muchísimas cosas, ¿verdad?

  3. Es verdad que antes de empezar a dar clases llevamos ya muchos años obervando a otros profesores, pero valdría la pena preguntarse si esa observación nos sirve. Si ahora nos preguntáramos por qué ese profe al que teníamos como modelos nos gustaba, seguro que no podríamos tener toda la informaciónq ue nos gustaría sobre lo que hacía en sus clases y sobre cómo lo hacía. Para que la observación funione es necesario tener un objetivo. Yo creo que por eso te ha gustado la fina de Vicente, está claro la leerla cuál es el objetivo de su observación.

    Como he dicho ya muchas veces, yo creo en la observación como una estrategia que puede ayudarnos a coninuar evolucionando como profe; pero al igual que cuando preparamos una clase, hemos de tener claro cuñal es el objetivo, en las observaciones sucede lo mismo. Uno se ha de plantear para qué se va a observar. A partir de ahí la observación se ha de planificar, se han de preparar «actividades» coherentes con lo que queremos observar para que podamos conseguir nuestro objetivo.

    Y se ha de perder el miedo ya que cada día estamos siendo observados por nuestros alumnos, si podemos superar eso, creo que ya deberíamos poder con todo.

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