Tengo la libreta 1.0 y la cabeza llena de ideas que quiero volcar en el blog pero son tantas y están tan revueltas que no sé por dónde empezar. Sigo enfrascada en el curso online que estoy preparando y son muchas las cuestiones a las que debo atender. Mis dudas, bibliografías, estructuras del curso, materiales, guías didácticas, etc. Sin embargo, lo mejor será ir paso por paso, ¿no? Ir troceando todo el trabajo porque lo hace más abarcable y lo puedo explicar mejor. Así, como en un curso presencial hay que tener en cuenta:
- Los contenidos –> ¿Qué vamos a aprender? ¿Cómo lo vamos a hacer? ¿Qué temas vamos a tocar? ¿Con qué bibliografía cuento? ¿Cómo estructuro el contenido? ¿Para qué entorno son? etc. En primer lugar, he tenido claro desde el inicio que no es lo mismo, de ninguna de las maneras, el entorno virtual que el entorno físico. Es decir, no es lo mismo que alguien para trabajar con contenidos vaya a un aula física con gente que le rodea y un/a profesor/a(1) que sentarse delante de un ordenador o pantalla para trabajar con los materiales. La dinámica no es la misma. En relación a los materiales propiamente dichos, escribir en red te ofrece la posibilidad de hipervincular y de introducir materiales audiovisuales a los que se puede acceder en cualquier momento; cosa que en un texto en papel no se puede hacer. ¿Por qué es esto importante? Porque permite que llegar a todos los estilos de aprendizaje y, además, que el curso sea más ameno por la variedad de recursos.
- Otra cuestión a abordar es la estructura del curso porque, si bien una parte con una idea de lo que gustaría hacer, luego hay que darle forma. Tras escribir la idea en forma de frase, separar las partes que la componían y hacer los mapas mentales correspondients fue surgiendo la estructura que daría forma al edifcio que, por cierto, sin darse cuenta tomo forma de enfoque por tareas, por así decirlo. Es decir, que voy proponiendo al alumno una serie de actividades que deberían encaminarlo a resolver la tarea final.
- ¿Qué objetivo tiene el curso? Quería algo que tuviera aplicación práctica.
- ¿Por qué es importante lo que propongo?
- ¿Qué necesita saber el alumno para lograr este objetivo?
- ¿Cómo voy a presentar el tema?
- ¿Qué actividades voy a proponer para que se logre el objetivo?
- Después de tener clara cuál es la idea y la estructura que pensaba darle, había que documentar esa parte. Tenía que buscar la bibliografía para darle cuerpo y clasificarla en tres apartados: básica, de apoyo y complementaria. Esto lo hago utilizando delicious, que es muy útil para estas cosas. Por supuesto, la elección de la bibliografía atiende a una serie de criterios como la fecha de publicación, el enfoque que se da al tema, etc. (2)
- Una vez recogida la bibliografía, que nunca deja de crecer y crecer (he tenido que cortar por algún sitio) y espero que siga haciéndolo, tuve que trocear el curso en módulo que a su vez se dividen en partes más pequeñas. Creo que esto ha sido una de las tareas que más me ha costado, aunque es muy necesario para poder trabajar bien los materiales. Ahora estoy en fase de «completar» las piezas, aunque no quiero que estén completas del todo porque algo tendrán que hacer los alumnos, ¿no?
- Cuando conseguí tener estas piezas del puzzle, llegó el momento de pensar en las actividades. Pero eso os lo cuento otro día.
(1) Y que conste que no es lo mismo, no porque el/la profesor/a vaya allí a dar una clase magistral, ni porque sea el cáliz de sabiduría del que tienen que beber los alumnos; si no porque la sensación es que eres más accesible en un aula presencial (mira, acabo de descubrir un prejuicio sin darme cuenta). No necesariamente tiene por qué ser así.
(2) Sí, sé que estoy eligiendo yo los materiales y aplicando mi punto de vista, pero también cuento con la posible curiosidad y conocimientos que ya tengan los participantes del curso para que se vaya enriqueciendo. No quiero que predomine únicamente mi punto de vista.
Una referencia bibliográfica:
- Martínez Aldonado, J. ; Contenidos en e-learning: El rey sin corona (por ahora), UOC.