Archive for julio, 2007

07/25/2007

Más cuestiones sobre planificación.

por Maribel González Martínez

El otro día me di cuenta de que había dejado de contemplar el proceso de enseñanza/aprendizaje como un eje plano en el que existía el alumno, el profesor y la metodología. Cuando hablo de un eje plano quiero decir que no veía los factores que influyen en todos esos actores. Olvidaba que tanto los alumnos como los profesores somos personas y como tales, cada uno de nosotros, tenemos unas aptitudes y actitudes a la hora de enfrentarnos al proceso de enseñanza/aprendizaje. Como he comentado en el comentario del post anterior, los profesores tenemos una idea de cómo debe ser una clase y cómo deberían actuar los alumnos. Cuando planeamos una clase también imaginamos la reacción de los alumnos y si ésta no es tal y como la esperábamos, nos desilusionamos y pensamos que lo hemos hecho mal. Quizá, el problema está en que como profesores visualizamos la respuesta del alumno que a nosotros nos gustaría que tuviera pero olvidamos que puede no tener relación con la respuesta real que nos va a dar el alumno. Pensando retrospectivamente en algunas de mis clases, me ha dado cuenta de esto. En algunas ocasiones he planeado clase dando por sentado que la respuesta de mis alumnos iba a ser la esperaba; no sé porqué razón a la hora de programar no preveía que la respuesta fuera a ser negativa y que, por tanto, tendría que hacer uso de un plan B. Ahora, me doy cuenta de que a la hora de programar no hay que dar nada por sentado, no puedo dar por válido algo por el mero hecho de que yo espere que sea de ésta o aquella manera. A partir de ahora, me propongo planificar las clases tratando de tener ambas perspectivas. Voy a plantearme la mejor de las situaciones y la peor de las situaciones con el objetivo de poder actuar en ambas situaciones. A medida que voy escribiendo me viene a la mente esos momentos en que ves que existe una oportunidad de exprimir un tema que ha salido pero no puedes hacerlo porque no se te había pasado por la cabeza que pudiera interesar. Por tanto, a partir de ahora, escribiré en el mismo guión de la programación dos alternativas, el plan A y el plan B, con el objeto de que quede todo el terreno cubierto y no sentirme fuera de juego ni en un caso, ni en el otro. Siempre es importante poder echar mano del PLAN B.

07/23/2007

Autoconcepto, autoestima, autoconciencia, etc.

por Maribel González Martínez

Autoconcepto, autoestima, autoconciencia, motivación, etc. Son todas cuestiones relacionadas tanto con el alumno como con el profesor. Por tanto, no sólo habrá que fijarse en el autoconcepto, la autoestima, la autoconciencia, etc., que el alumno tiene; si no que habrá que pensar o reflexionar cuál es el nuestro como docentes. De hecho, esto también aparece reflejado en el Portafolio para la Reflexión del Profesor a través de las preguntas como: ¿qué tipo de profesor soy o me gustaría ser? ¿qué deben hacer los alumnos? y otras muchas preguntas más. En las respuestas a estas preguntas están nuestros presupuestos de actuación. La cuestión es que a veces no son ideas conscientes; sino, más bien, inconscientes. Los tenemos pero no sabemos que los tenemos -otra vez con los trabalenguas-. Por esa razón, en estos momentos, para mí es tan importante realizar esta actividad de reflexión. Me he dado cuenta de cuál es el trasfondo de algunas de las cosas que hacía en clase y que pasaban totalmente desapercibidas para mí. Por supuesto, en el camino para investigar estas creencias van surgiendo otras muchas dudas y preguntas más sobre mis clases: la secuenciación, el tiempo que dedico a esto o aquello, el enfoque que les doy, el ritmo, etc. Al principio me agobiaba ver que había tantos frentes a los que acudir pero poco a poco estoy aprendiendo a concebir este proceso como algo continuo y no como un trayecto que tiene principio y fin. Esta nueva visión afecta a mi forma de dar las clases, sé que lo hecho no se puede cambiar pero se pueden mejorar muchas cosas para el futuro. Además de que los cambios no serán de un día para otro, si no que serán de forma gradual. Asimismo, estoy aprendiendo a ajustarme realmente al diferente tipo de alumnado que tengo. Antes no lo veía pero en realidad lo que hacía era acomodar al alumno a mi visión de la clase y es algo que tengo el firme propósito de cambiar. Sé que es difícil ofrecer una enseñanza personalizada cuando trabajas con grupos grandes porque siempre hay alguien que se queda descolgado, pero al menos hay que intentarlo. Además, también es verdad que este tipo de enseñanza es más trabajosa para el/la profesor/a.

Volviendo al tema que me ocupaba. Evidentemente, el hecho de que me perciba de un modo determinado, hará que la gente me vea de ese modo concreto. Si creo que mis alumnos no van a aprender nunca, probablemente no conseguiré que mis alumnos aprendan. Sin embargo, si creo firmemente en el progreso de mis alumnos, el enfoque de la clase será completamente diferente.

En el caso del alumnado, a veces, te encuentras con gente que tomando como referencia sus vivencias pasadas en el colegio se sienten incapaces de aprender una lengua. Parece que en el caso de los adultos hay una tendencia a creer que si no lo conseguiste durante tu infancia donde es más fácil aprender, jamás lo conseguirás de adulto. Por tanto, como adulto te has creado un autoconcepto negativo que viene generado por la creencia de que la edad determina la capacidad de aprendizaje. La cuestión está en que los adultos y los niños aprendemos de un modo diferente. Nuestra percepción del mundo no es la misma y eso hace que las cosas sean diferentes. Los adultos por lo general tenemos tendencia a valorar nuestro proceso de aprendizaje, nos paramos a pensar si sabemos hoy más que cuando empezamos o si cuando intento decir algo me entienden o no,… Por esta razón, creo que es importante explicar de algún modo al alumno este proceso que, por otra parte, es complejo. De ahí la importancia de enseñar/aprender las estrategias de aprendizaje que más se ajustan a nuestras características personales; si no que también es importante comprender cómo aprendemos en nuestra L1 y qué significa saber una palabra. Por supuesto, este tipo de cosas no son útiles para todo el mundo, con eso ya cuento.

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07/11/2007

Estos días…

por Maribel González Martínez

He estado haciendo varias cosas. Por un lado, ando volcada con la creación de algunas actividades para las clases veraniegas; estoy empeñada en aplicar los conocimientos que he adquirido durante el curso de Proele, Enseñar Gramática, y creo que algo voy consiguiendo. Pero, no sólo eso, también me he propuesto centrarme en la estructura de mis clases porque cuando redacté los informes de clase, me dí cuenta de que tenía problemas para responder a las preguntas siguientes: ¿qué ha sido más productivo? ¿qué ha sido menos? y lo más importante ¿por qué? – Si sabes el porqué puedes dar una solución adecuada-. Para investigar esto, me he estado leyendo el capítulo correspondiente a este tema que apararece en el libro de Woodward (1999) y lo mismo he hecho con Richards y Lockhart. Del libro de Woodward he extraído una idea para programar la clase que me hace visualizarla mucho mejor y a nivel temporal me es más fácil distribuirla; aunque sigo teniendo problemas para temporizar con precisión. (A veces se me olvida que tengo un estilo de aprendizaje visual y que suelo recordar mejor aquellas cosas que veo y que cuando quiero traer algo a la memoria, suelo recrear imágenes). La cuestión es que después de este descubrimiento podré averiguar con mayor precisión qué partes de la clase han sido productivas y cuáles no. Asimismo, viendo la clase desde esta perspectiva visual me permite imaginar con más claridad en qué momento de la clase se produce el mayor nivel de atención y qué tipo de actividad se debe hacer en ese momento. Otra cuestión que quería averiguar es el ritmo de la clase, me propongo averiguar si es adecuado, si hay que cambiar algo, etc. Por lo pronto, ya he hecho alguna averiguación con respecto a la estructura de mis clase y cuestiones que he de modificar. Estoy recogiendo información de clases muy diferentes ya que difieren en el número de alumnos, en los temas que tratamos y las características de los propios alumnos; pero he pensado que la estructura de la clase que planteo es para todos igual independientemente de cualquier otra cosa. Hasta el momento he recogido cinco programaciones destinadas a averiguar cuál es la estructura de mi clase. Podríamos decir que ando recogiendo la información y que todavía está pendiente de interpretación de los datos y de elaborar un plan de actuación para cambiar lo que no me gusta. En mi caso, parece que tengo problemas con el final de la clase porque no las cierro correctamente. He tenido durante todo este tiempo mucha tendencia a centrarme en el comienzo, quizá una factor de personalidad. Mi visión de los principios es difícil, es como si los inicios fuesen lo que más me cuesta y, sin embargo, los finales son muy importantes también y he de introducir poco a poco pequeños cambios. Quizá, una de las explicaciones para esto está en mi concepto de «deberes»; sí, mucho me temo que la palabra «deberes» para mí conlleva una buena cantidad de ejercicios para resolver en casa, supongo que los identifico con los años de instrucción formal por los que he pasado. La cuestión es que me estoy dando cuenta de que quizá baste con pequeños ejercicios que los ayuden a recordar o que capten su interés de algún modo: preparar crucigramas para los compañeros, escribir preguntas, etc. Poco a poco, voy a ir corrigiéndome.

07/08/2007

Siguiendo por los senderos de la reflexión: el papel del profesor/a.

por Maribel González Martínez

Continúo por este camino, intentando comprender mejor el proceso de enseñanza/aprendizaje y, poco a poco, me voy dando cuenta de muchas cosas. A medida que voy leyendo y reflexionando van cayendo algunas de las barreras que me impedían acercarme y comprender mejor este proceso. Una lee muchas cosas relacionadas con el papel del profesor en clase y se pregunta muchas cosas:

¿Debe o no debe ser el protagonista de la clase? ¿Qué significa ser el protagonista de la clase? ¿Hablas tú todo el tiempo, no hablas nunca? ¿Debes ser invisible? ¿Debe ser el conductor, el facilitador, el transmisor de conocimientos,…? ¿Es realmente el alumno el protagonista de su aprendizaje? ¿Qué significa esto? ¿Debo tomar, como profesora, siempre todas las decisiones? ¿De verdad dejo que mis alumnos decidan algo? ¿Infuye mi personalidad en la forma de dar la clase? Si es así, ¿cómo lo hace? ¿Afecta a mi toma de decisiones? Muchas más son las preguntas que me acuden a la cabeza pero las dejaremos para más adelante.

Son muchas preguntas y todas relacionadas con el papel del profesor dentro del proceso de enseñanza/aprendizaje. El libro: La dimensión afectiva en el aprendizaje de idiomas de Jane Arnold (coordinadora) me está ayudando a clarificar muchas cosas.

Excurso: Siempre he pensado que si no podía explicar algo bien, era porque no lo había entendido y asimilado. De ahí que me haya lanzado a la aventura de comprender mejor el porqué de lo que pasa en la clase. A veces, como expliqué el otro día, ves el problema pero no sabes cómo gestionarlo para llegar a buen puerto porque no comprendes o no sabes bien cuáles son las causas, lo que te impide dar una solución adecuada al problema.

Retomo el hilo, ahora estoy empezando a comprender qué significa ser facilitador -a través de Richards y Lockhart he tenido la oportunidad de leer las teorías de Feuerstein al respecto, pero no terminaba de comprender bien qué significaba- y la diferencia que existe con el concepto de profesor o lector, que viene explicada por Underhill en el libro de Arnold. Como ejercicio, me he propuesto ir contestándome las preguntas para averiguar cuál es mi actitud en clase. Esto último está siendo un descubrimiento para mí porque siempre había focalizado toda mi atención en el alumno; en sus actitudes, en sus opiniones, en tratar de averiguar cómo se siente,… -es difícil cuando no tienes las herramientas para hacerlo; creo que esto es una parte de la formación del profesor a la que no se le presta atención y debería de tener un espacio porque es de suma importancia; no sólo se trata de percibir que tus alumnos están angustiados, sino de que puedas saber de dónde proviene esa angustia – traumas pasados en el aprendizaje de lenguas, tu enfoque de enseñanza, su visión del aprendizaje, …- para que puedas ayudarlos a gestionar esa angustia. Por otro lado, es necesario que como profesores aprendamos a saber de dónde proviene el malestar o esa sensación con la que te quedas depués de que una clase no haya ido todo lo bien que esperabas para poder subsanar ese problema. En resumen, estas herramientas /estrategias te permiten aprender a manejar tus propios sentimientos con respecto a las cosas que ocurren en clase, sus causas y sus posibles soluciones.-. Ahora que contemplo mi actitud hacia el alumno como un factor importante y que puede influir en el ánimo de mis alumnos, tengo que emprende pequeñas modificaciones que me lleven a la reestructuración de mi forma de estar en clase.

Hay una serie de pensamientos que aparecen a lo largo del libro de Arnold (coord.) , concretamente en el artículo de Moskowitz que trata sobre como el desarrollo personal tanto de profesores como de alumnos mejora el proceso de enseñanza/aprendizaje, que me parecen de gran sentido común para aplicar a las clases. De hecho, si tomo las ideas que se plantean en este capítulo y las aplico a este trabajo reflexivo podemos ver que…

07/02/2007

Comprendiendo mejor el proceso de reflexión docente.

por Maribel González Martínez

o al menos, creyendo que lo hago. Ando modificando mi discurso y por eso utilizo los gerundios, se acabaron los pretéritos; al menos por el momento. ¿Por qué? Porque ando tomando conciencia de que el proceso de reflexión no es algo rápido, no me va a servir para alcanzar recetas mágicas que eliminen todos mis problemas en clase, no es algo superficial. Es un proceso de aprendizaje sobre mi labor, por tanto es un proceso largo, de continuo cambio que me va a llevar a quedarme con algunas cosas, desechar otras,… Asimismo, es un cambio que afecta a toda mi persona porque en él estoy implicada por completo. Es verdad que este tipo de trabajo encaja muy bien con mi personalidad y mi forma de hacer las cosas. Como ya dije en el post dedicado a describir mi propio aprendizaje, soy una persona con un estilo analítico y comunicativo; esto significa que estoy desarrollando mi dos estilos a través de los blogs que escribo. Podríamos decir que inconscientemente empecé a través de la vertiente comunicativa porque mi intención era aprender a partir del intercambio de ideas y de problemas surgidos en clase. Ahora estoy pasando a desarrollar la vertiente analítica de mi estilo de aprendizaje ya que, estoy investigando los problemas que voy detectando en mi labor para ir dándoles posibles soluciones.

Me estoy dando cuenta de cierta evolución en la escritura de mis diarios y de mi propia persona. Cuando empecé a escribir hace algo más de año, lo hice porque necesitaba compartir lo que me pasaba en clase, necesitaba que alguien me ayudara, que me diera su punto de vista por eso elegí el formato electrónico. Pensé que algún alma caritativa se apiadaría de mí y me ayudaría, así fue, no me equivoqué lo más mínimo – Aquí, andaba buscando que cubrieran mis necesidades afectivas básicas que toda persona tiene. Es verdad que comentaba muchos de las cosas que pasaban en clase con mi familia, pero no es exactamente lo mismo-. Por esa razón, estoy tan contenta de haber empezado con esta herramienta en red. Fue todo un ejercicio de exposición a los demás porque explicar en público qué haces en clase, qué no haces, o las cosas que sientes durante las mismas supone cierto nivel de angustia. En esos momentos, andaba pensando que podría alcanzar soluciones que me fueran a ser útiles siempre, veía las cosas de un modo más simple. Sin embargo, ahora me doy cuenta de que las cosas no son exactamente así y que este proceso de reflexión me está aportando unas actitudes y aptitudes nuevas antes el proceso de enseñanza/aprendizaje. Hasta ahora iba detectando problemas y les daba soluciones de forma intuitiva o pensando en qué podía ser más adecuado en cierta situación, pero esto creo que me limita bastante – a veces, te equivocas porque estás contemplando el problema desde un punto de vista que no se ajusta a la realidad y eso te hace adoptar soluciones que no son adecuadas a la misma-.Los problemas que surgen en clase no son sólo de tipo cognitivo, también lo son de tipo afectivo – ahora entiendo qué significa esto- tanto en el caso de mis alumnos como en mi propia forma de enfrentarme a la clase. Cuando hablo de cuestiones afectivas, me refiero a los sentimientos que se generan en clase como la angustia, el miedo, la frustración, la alegría, etc. ¿Qué significa todo esto? Significa que quizá esté presuponiendo que mis alumnos tienen un problema cognitivo -por falta de memoria, por la edad, etc-. y sin embargo lo que realmente existe es un problema afectivo -angustia, miedo a verse expuestos ante los demás, nervios, frustración-. Es una cuestión compleja y que en este momento me resulta difícil de explicar, por tanto necesita que la repiense. Pero sí puedo decir que era consciente de que todo este tipo de emociones se generan en clase pero no sabía cómo gestionarlas, siempre me quedaba en un: «venga, chicos, que podéis»; cuando lo que quizá necesitaban era un cambio de enfoque en mi forma de enseñar.