Archive for julio, 2009

07/24/2009

Enfoque por tareas y Michael Long (I)

por Maribel González Martínez

En el nº 22 de Ldelengua han publicado una interesantísima entrevista a Michael Long sobre el enfoque por tareas y las teorías sobre enseñanza/aprendizaje. A continuación dejo unas notas que he tomado tras escuchar por segunda vez una entrevista que se hace muy corta, como dice Francisco Herrera al comienzo del programa.

Las notas que he tomado hacen referencia a las siguientes cuestiones: la definición de tarea, cómo llevar a la práctica este tipo de enfoque, qué es el focus on form (¿atención a la forma?), la enseñanza centrada en el alumno y el uso de materiales reales en clase. Todas estas cuestiones están hiladas o cohesionadas entorno a la idea de que el aprendizaje se produce a través de la acción, es decir, aprendemos la lengua usándola. Además de este «lema» que se repite en varias ocasiones a lo largo de la entrevista, también dice: «no podemos enseñar aquello que el alumno no está dispuesto o preparado para aprender».

Para comenzar la entrevista Sergio Troitiño le pide que defina qué es una tarea y Michael Long le contesta que se puede explicar desde dos puntos de vista: el de los investigadores y el pedagógico plasmado en los materiales. Los manuales los plantean como una serie de ejercicios y los investigadores (¿teoría?) lo conciben como una acción, una simulación que lleva a un fin.

  • El enfoque por tarea es apropiado tanto para niños como para adultos. Siempre y cuando estén bien escogidas. (La elección depende de las necesidades de los alumnos, el contexto de enseñanza, los gustos de los mismos, etc.)
  • Una tarea implica la utilización del lenguaje para lograr unos fines bien especificados. (Esta idea tiene que ver, o al menos para mí tiene relación, con los comentarios posteriores sobre focus on form (Alex Poole) y cómo ha de producirse este tipo de enseñanza en clase).

En relación a los dos puntos anteriores tengo que decir que, aún no teniedo muy claro si yo he conseguido comprender y aplicar bien este tipo de enfoque, todos aprendemos haciendo cosas y que cuánto más aplicables sean los conocimientos desarrollados en el aula o donde sea a la vida cotidiana mejor que mejor. Los alumnos de lengua extranjera o segunda lengua (encuentro diferencias entre una situación y otra) se sienten muy realizados cuando son capaces de comunicarse fuera del contexto de aprendizaje establecido. (Yo no puedo hablar de aula porque no imparto clases en un una, pero sí de una situación. Imparto una clase en una terraza, el salón de casa, la salita, etc.; pero ese tiempo que dura la lección está marcado por las decisiones previas que yo he tomado).

Más apuntes próximamente…

Referencia bibliográfica:

Poole, Alex; Focus on form instruction: foundations, applications, and criticism, The Reading Matrix, vol. 5, nº1, Abril 2005.

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07/20/2009

Introducir novedades siempre es difícil.

por Maribel González Martínez

No es fácil introducir novedades en las clases porque supone romper tanto los esquemas mentales de trabajo de mis alumnos como  los míos. (He estado pensando mucho sobre esto.  Ando dándole vueltas a hasta qué punto puedo decir que mis alumnos son el centro de su proceso de aprendizaje) . Por eso, voy a ir metiéndome poco a poco en la piscina para no perecer en el intento; aunque estoy segura de que algo magullada voy a salir. La idea es comenzar a trabajar con internet y algunas herramientas colaborativas con mi alumno de E/SL (11 años).

¿Qué me ha impulsado a tomar esta decisión? Varias cuestiones, pero la más poderosa es que mi alumno haga algo útil y que al final del proceso tenga algo que mostrar. Si me he dado cuenta de algo en este tiempo que llevo dando clase es la importancia de que el alumno vea el resultado de su aprendizaje plasmado de alguna forma. Puede ser en forma de dibujo, de texto, de receta de cocina o de cualquier cosa que se nos pueda ocurrir. Además, hay que tener en cuenta que quiero que escriba -esto es lo más difícil de conseguir, es la tarea que menos les gusta del mundo- y no quiero que tenga excusas para negarse a hacer la actividad.

También parto de la base que ahora me siento cómoda utilizando este tipo de herramientas y que ya están totalmente integradas en mi vida.  Además, tengo algo más claro las posibilidades que me ofrecen y qué sistema de trabajo quiero poner en práctica. Sé que quiero que sea un trabajo colaborativo donde el alumno sienta que trabajo con él y que no le estoy supervisando. Sé que va a requerir de mí una labor de orientación. Me preocupa la labor de corrección de faltas de ortografía, expresión, etc.

Desde el punto de vista del alumno me he asegurado previamente de la relación que tiene con Internet y de las actividades que realiza en este medio. Esto es importante porque el punto de partida sería diferente. No es lo mismo estar familiarizado con el entorno que no estarlo. Además, otro factor que me ha ayudado a decidirme es que mi alumno cuenta con conexión a Internet, por lo que no hay problemas para…

Confieso que voy a tientas y que, probablemente, debería diseñar mucho mejor la tarea antes de ponerla en práctica para no ir dando palos de ciego por el mundo. Sin embargo, si lo sigo posponiendo sé que terminaré por no hacer nada. Mala cosa es posponer las cosas. Eso sí, tampoco podemos decir que parta de la nada o que no tenga una idea de lo que quiero hacer. No, no es así. Tengo más o menos una idea de lo que quiero hacer y al punto al que quiero llegar. La cuestión es que no sé cuántas curvar y revueltas terminaré tomando para llegar al final.

Para empezar he proyectado un calendario donde marqué la fecha de inicio y la fecha límite para realizar la tarea (bastante ambiciosa, por cierto). Asimismo he planteado unas fechas periódicas para revisar la evolución de la tarea. Igualmente escribí un breve guión con los objetivos que persigo, las destrezas que quiero trabajar, los temas que vamos a repasar, etc.

En definitiva, estoy poniendo las primeras piedras en el camino para introducir el trabajo con el ordenador e internet en clase.  Iré tomando notas sobre el desarrollo del trabajo y reflexionando sobre el mismo, como siempre.

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07/09/2009

El ordenador en clase según un niño de 11 años.

por Maribel González Martínez

La otra tarde tuve una curiosa conversación con uno de mis alumnos. A mí se me había ocurrido que como tarea de escritura podía ser interesante crear una historieta con pictogramas. (Si era o no lo más motivador del mundo es otra historia). La cuestión es que me parece interesante transmitir los comentarios que me hizo el alumno sobre su visión del uso del ordenador en clase. Todo empezó así:

– ¿Qué hacemos hoy? -Me preguntó.

– Pues, hoy vamos a escribir una historia con pictogramas.

– ¿Qué es eso?

– (Explicación).

– Vale…

Hay comenzamos a ver las imágenes que había llevado y ver qué íbamos a escribir, etc. Entonces, llegó el momento en el que le dije:

– Ahora, vamos a escribir. Toma el bolígrafo y el lápiz para escribir.

– ¡Uffffff! No quiero escribir. Ya no estoy en el colegio. No me gusta escribir a mano.

Yo me quedé un poco sorprendida y le pregunté la razón a lo que me contestó que escribir a mano es muy lento y aburrido. Lo acompañó de la representación típica de un niño inclinado sobre la mesa haciendo un gran esfuerzo. Me comentó que escribir en el ordenador es mucho más rápido y sencillo, por tanto lo prefería a lo primero.

Seguidamente me preguntó:

– ¿Es verdad que en España el año que viene vamos a tener ordenadores en clase?

Yo le dije que eso habían dicho pero que era probable que no fuese así. A la cara de desilusión siguió el comentario de que estaría bien que en la escuela hubiera ordenadores como en Japón. Yo no lo sabía pero parece ser que allí los contenidos están digitalizados y a cada niño le dan una pila de cedés con la asignaturas correspondientes para que trabajen en el aula. A mi alumno le parecía fantástico poder tener todos los libros en un mismo sitio y poder darle a un botón para abrir la página del libro que quisiese.

Yo estaba tan fascinada que seguí preguntándole:

– ¿Qué harías con el ordenador en clase?

– Pues, conectarme al messenger y hablar con mis amigos. Les preguntaría qué han puesto en la pregunta tal o cual.

A mí me pareció el clásico método de las notitas en clase sólo que en versión moderna. También me dijo que así era más fácil copiarse. Su propuesta era que el más listo de la clase hiciera los deberes y los demás se copiasen. Yo le pregunté qué iba a aprender haciendo eso. Es decir, ¿qué aprendes si sólo copias? No sabes si es correcto o no.  Además, los profesores pueden saber si te has copiado o no.  Cuando escucho esta afirmación se quedó estupefacto. ¿Cómo? Me preguntó. Yo lo dejé con la intriga.

También me comentó que sería estupendo poder mandarle los deberes a la profesora por email. Más simple y rápido no podía ser. Luego la profesora corregiría y todo solucionado. Por otro lado, estuve indagando sobre las cosas que hacía en internet:

– Bueno, ¿Y tú qué haces en internet?
– Pues, uso el messenger, el facebook, busco fotos sobre coches del futuro, el futuro del planeta, etc.

Me hizo una descripción del tipo de coches que habrá en el futuro, me habló de un combustible hecho con hojas (biodiesel, pero el no sabía que existía esta palabra), de que no tenía ruedas,  de que había varios prototipos, etc. Es fascinante ver lo curiosos que son los niños y la forma en que satisfacen esa curiosidad.

Otro comentario digno de mención fue:

–  En la pizarra digital nos ponen ejercicios para bebés.

– ¿Para bebés?

– Sí, para niños de 7 años.

– ¡Ah! Claro, y tú ya tienes 11 años. Ya no eres pequeño, ¿A qué no?

Ésta fue más o menos la conversación que tuve con mi alumno.  Fue interesante porque normalmente estamos acostumbrados, como profesores, a leer lo que otros docentes comentan sobre el tema; sin embargo, no había tenido de oportunidad de saber qué piensan los niños sobre este tema. Finalizaré comentando que he intentado reconstruir lo mejor posible esta conversación, aunque no debemos olvidar que se trata de una reconstrucción y no una transcripción de una grabación.

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07/07/2009

Los profesores y el factor humano.

por Maribel González Martínez

La semana pasada leí en el blog de José Ramón Rodríguez la entrada Acopio de víveres: la dimensión humana de los profesores de E/LE donde se explica muy bien -desde mi punto de vista- la parte humana de nuestro trabajo.  Comparto con él que nuestro trabajo es muy complejo porque implica tener en cuenta muchas cosas:

  • Hemos de contemplar la materia que enseñamos: una lengua extranjera, en nuestro caso el español, y lo hacemos en un contexto de inmersión.  Esto implica que nos planteemos cómo enseñar éste o aquél tema gramatical,  enseñar el vocabulario, etc.
  • Hemos de plantearnos cómo enseñar esa materia. ¿Qué metodología vamos a utilizar?¿Qué se adapta mejor a mis alumnos? ¿Qué quieren mis alumnos? ¿Por qué no ha funcionado la clase? ¿Por qué no ha gustado este material? ¿Que puedo hacer para mejorar? Y un sinfín de preguntas más.
  • ¿Qué transmitimos? ¿Nuestro trabajo implica enseñar esta materia y ya está? ¿Qué pasa con las relaciones que establecemos con nuestros alumnos? ¿Qué ocurre en nuestras clases? Sin duda, me parece un buen tema para la reflexión. Normalmente pensamos en cuál es nuestro papel dentro del aula en tanto que conductores del grupo, pero no reflexionamos tanto en los vínculos que creamos con nuestros alumnos. No estoy refiriéndome aquí a si el/la docente es simpático/a o no; si es introvertido/a u otras cuestiones relacionadas con el carácter porque no creo que sea eso lo importante. Quizá, lo más importante es si respetas o no a tus alumnos, si ellos sienten que te preocupas por su aprendizaje o por su situación, si demuestras interés, qué piensas sobre ellos, etc. Esto sí me parece que incide en nuestro trabajo diario.

Lo expuesto en el tercer punto tiene relación con el tipo de relación que establecen los profesores de E/LE con sus alumnos durante los cursos de verano. En múltiples ocasiones he explicado el perfil de mis alumnos, en su mayoría residentes jubilados o chicos en edad escolar, lo que implica una dinámica diferente a la que imprimiría si tuviera alumnos jóvenes estudiantes de idioma. En mi caso me he visto en muchas ocasiones resolviendo algunos de los problemas cotidianos de mis alumnos -alguna reclamación que otro, llamadas algún técnico para que venga a arreglar algún aparato- o he escuchado sus problemas porque sin esperarlo han surgido en clase.  Inevitablemente te conviertes en un punto de referencia porque eres la conexión más a mano que tienen con la nueva sociedad de acogida. (A veces no se trata sólo del papel que tú te asignas, sino del rol que te atribuyen los demás). También he visto como los problemas vecinales se trasladaban a la clase (no de forma exageradamente hostil, pero si se manifiestan de forma suficientemente evidente para detectar que sucede algo), lo mismo ocurre con los problemas personales. Quizá, no debería estar escribiendo sobre esto pero son cosas a las que nos enfrentamos en clase y forman parte de nuestro trabajo, sobre todo cuando trabajas con grupos muy reducidos o en clases individuales.

En resumen, es importante reflexionar sobre nuestro papel en el aula como conductor o mediador o guía del grupo, pero también lo es pensar sobre las actitudes que mostramos hacia nuestros alumnos o las situaciones que se crean en clase. Puede que haya quien piense que los temas relacionados con la inteligencia emocional son una tontería o que son desdeñables; sin embargo a mí me parece que los sentimientos o el plano efectivo tiene su incidencia en la clase. No sólo a nivel individual, si no en el tipo de relaciones que se establecen entre los alumnos.

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