Analizando programaciones y reflexionando (I).

por Maribel González Martínez

En ¡Marchando otra de programaciones! enlacé un documento donde aparecía una relación de las actividades que había programado para un curso de 15 horas que tuve que impartir ahora hará un año. Este documento era un intento de dejar por escrito el itinerario que mentalmente me había marcado para trabajar en las clases. No aparecen objetivos, ni funciones, ni hago mención a ninguna otra cosa que no sean actividades. Ese era uno de mis problemas a la hora de programar porque concebía el tiempo de la clase como un recipiente que tenía que llenar de actividades. Es decir, lo prioritario en ese momento era llenar sesenta minutos de clase con una serie de actividades que se ajustaran al tema que estábamos viendo. De ahí que, en un principio no me planteara nada más que esto: ¿Qué actividades hago hoy en clase? ¿Cuántas actividades puedo hacer en clase? Era algo que me preocupaba mucho. No me planteaba cómo habían de ser esas actividades; eso vino después, sólo pensaba en que tenía que preparar las suficientes actividades para cubrir el tiempo de clase estimado: una hora y media o dos.

Con el tiempo, los problemas referentes a la programación han ido evolucionando. Me di cuenta de que hacer listas de actividades y no programaciones no te lleva a ningún sitio. Digo hacer listas de actividades porque; aunque las actividades tenían relación entre sí y tenían una finalidad, yo no la tenía en mente cuando hacía los programas porque por encima de todo estaba la cuestión del tiempo. El hecho de adoptar las propuestas de Woodward (2001) para planificar una clase a través de una plantilla donde la clase se estructura en pequeños segmentos de tiempo y el haberme acostumbrado a anotar información como: la fecha, la hora, el tema, los objetivos para la clase, etc., me han ayudado a tomar mayor conciencia de la estructura de la clase. Al no tener tantos problemas con la distribución temporal, han ido surgiendo nuevos «obstáculos» a salvar.

Continuará…

Crédito: unas imágenes de mis programaciones a mano. Ahora son en soporte informático.

4 Responses to “Analizando programaciones y reflexionando (I).”

  1. Creo que todos hemos pasado por las mismas fases que tú explicas. Al principio da pánico quedarse en clase sin actividades. Yo tengo una compañera que afirma que la diferencia entre el profe experto y el inexperto es esa precisamente: el inexperto solo se siente seguro si lleva a clase una gran cantidad de fotocopias llenas de actividades. Después te das cuenta de que proramar es algo más y entonces es cuando vienen los problemas. Yo insisto en que programas es una de las tareas más difíciles que hay, no perder de vista el objetivo general de la clase a la vez que explicitar bien los objetivos específicos es complicado. Y cuando crees que ya lo has conseguido te vuelves a dar cuenta de que todavía hay algo que no funciona (llevar actividades para todos los objetivos, cuidar las transiciones, secuenciar bien, variar la tipología de actividades, las dinámicas de trabajo, prever el tiempo, etc.). Pero parece que tú ya lo tienes claro.

  2. Creo que tengo clara la idea porque, como dices, otra cosa ya son los problemas derivados que van surgiendo en cuanto a la forma de programar. Cuando crees que ha solucionado algo, como dices, te das cuenta de que hay otra cosa que deberías mejorar,… Lo que cada día está más claro para mí es que no voy a encontrar una solución permanente para todo porque no existe. He llegado a la conclusión de que no puedes dar el caso por cerrado porque siempre aparecen nuevas pistas e indicios que te conducen a su reapertura; cosa que es bastante interesante porque nunca le aplicas el mismo prisma. Es decir, cada vez lo ves desde un punto de vista diferente. Bueno, ya he soltado un rollo de lo míos 😀 .

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